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Ilustración Santiago Molano, 1492 la historia del antiguo nuevo mundo. |
Este territorio sin duda contiene en sus plantas, sus semillas y sobretodo en sus piedras la memoria de un territorio habitado por una cultura más “civilizada” por así decirlo, que la que nos dejaron.
Los Muiscas hace más de 500 años
vivieron en este territorio, hoy conocido como la sabana cundiboyacense, en
armonía con la naturaleza, desde un
pensamiento del cuidado y respeto por cada uno de los elementos que componen el
todo universal. Si bien antes de la llegada de los europeos al continente, ya
se encontraban conflictos territoriales entre los pueblos de América, estos no
significaban, la guerra a muerte,
depravada y sin “arte” que acostumbró el mundo cristiano a los demás pueblos
con los cuales conflictuaba.
Existiendo este conflicto entre
los pueblos, también existían alianzas y formas de vida multiculturales,
intercambios, “trueque” que configuraban el modo económico de las gentes por
aquella época, no sabemos si la gente para ese momento era feliz, sin embargo
podemos decir que no tenía la tristeza de la esclavitud, del sometimiento, de
la explotación laboral, de las necesidades creadas, tal como nos decía un
mayor: “era gente con la capacidad de viajar y conocer, sentados, atrapando
silencio”
Los Muiscas vivían en la cuenca
del Tunjuelo, con mayor precisión en lo que hoy es Bogotá, estudiosos de la
cultura Muisca han coincidido en que el nombre de este territorio es “Muacatá”,
después, con el tiempo se transformó a
Bacatá y finalmente a Bogotá.
En el Tunjuelo, los Muiscas habitaron
de la misma forma como lo hicieron en otros lugares de su territorio, en aldeas
dispersas, posiblemente teniendo los mayores poblados en Usme y Bosa, siendo en
medio de la Cuenca los lugares de tránsito para estos dos grandes poblados.
Los Muiscas sembraban con sistema
de camellones en los lugares inundables, transportándose por canoas, y
sembrando en la parte alta de los mismos. De esta forma evitaban mantenían la humedad en la tierra evitando la deshidratación de las plantas. Se sembraba
lo que se necesitaba, no creo que existiera esa delimitación nuestra, de
plantas alimenticias, ornamentales y medicinales. Creo que la gente sabía de plantas
para curarse, otras para comer y todas de por sí eran muy bellas y con todas se
adornaba el paisaje.
A la llegada de la gente del
mundo cristiano, el territorio se transformó vorazmente, el reino de Castilla y
Aragón, Portugal, Inglaterra, entre otros, trajeron a América toda una empresa
de sometimiento, construida de manera metódica con el pasar de las batallas,
desde las cruzadas, hasta la conquista de las islas Canarias, se perfeccionó
esta forma de mantener un sistema económico naciente, llamado capitalismo.
Hubo muchos factores que lograron
que su invasión en los territorios de América fuera exitosa, como ya se nombró
la experiencia de conquistas anteriores, en otros territorios fue el más
determinante, en esa experiencia aprendieron el comportamiento de sus
enfermedades más mortíferas, tal como lo utilizarían con los nativos de África,
Islandia y las Canarias, los cuales fueron diezmados con facilidad.
En la guerra, las armas de fuego fueron notables, pero, en la desesperación de
la batalla un hacha de piedra y una sofisticada espada de acero no hacían mucha
diferencia, más bien, fue la implementación de animales domésticos (Europa
llevaba años luz sobre los pueblos nativos, de pronto porque a estos no les interesaba someter tanto a los
animales como les interesó a los otros) tales como perros y caballos. Los
primeros para la cacería, para la compañía y para el asesinato, los segundos
proferían una ventaja abismal contra los guerreros de a pie, solo con ver
semejantes animales, los nativos corrían presos del pánico.
En la guerra, propiciar y después
esperar que el enemigo muera de hambre ha sido una de las tácticas utilizadas,
mientras que los europeos quemaban los cultivos nativos, cazaban sus animales,
los nativos no podían alimentarse solamente de recoger frutos y llegaba la
desesperación del hambre. En cambio los europeos, en sus primeras expediciones,
ya traían consigo chivas, ovejas y hasta vacas. Haciendo de la ganadería uno de
los puntos a favor de las colonias
Los procesos de colonización
fueron victoriosos, en el Tunjuelo, se construyeron poblados en Bosa y Usme, coincidencialmente
se convirtieron en los lugares de mayor poblamiento Muisca durante la colonia,
pues la colonia prefería sacarlos de Santa Fe, creando “pueblos de indios”.
Algunos estudios realizados a los restos humanos de Muiscas antiguos, muestran
cómo para esta época su dieta estuvo basada solamente en maíz y fríjol,
teniendo una seria perdida nutricional, siendo la desnutrición una de las
causas de muerte más comunes en la época, como indican algunos estudiosos del
tema.
Finalmente, parecería una pelea
imposible de dar, diezmados los Muiscas en Bacatá, tenían pocas alternativas de
supervivencia en lugares distintos a Usme o Bosa, aunque aún allí su existencia
estaba amenazada.
Una nueva clase social
Una de las alternativas de los
Muiscas en el Tunjuelo fue “mezclarse con el enemigo”, para en él, renacer en
un nuevo tiempo, renacer con la cara del enemigo. Esto trajo consigo procesos
de sincretismo cultural, es decir, la cultura Muisca tuvo una especie de mezcla
con la cultura cristianoeuropea que traían los colonos y así nació una nueva
forma de concebir el mundo. No enfatizaré mucho en esto, pero hace que tengamos
en nuestro vocabulario palabras de origen Muisca, como también que se conserven
los nombres originales de muchos lugares, aun cuando la práctica predominante
sea la colonial.
Tenemos entonces un escenario geográfico
construido de lo que sería hoy la poderosa Bogotá, en el centro se ubicaba el
poder político y económico de la nueva granada, y en las periferias, como Suba,
Engativá, Bosa y Usme, pequeños poblados de indios y de algunos colonos que con
el paso de los años se fueron mezclando dando origen a los y las campesinos y
campesinas. Una clase social que se dedica principalmente a la agricultura y la
ganadería como elementos económicos fundamentales.
Esta emergente clase social,
tiene consigo muchos elementos de la cultura ancestral, como el cuidado por la naturaleza, muchos
elementos de los mitos originales, aunque estos hayan sido distorsionados, e
inclusive prohibidos por el cristianismo.
También conservan muchos elementos de
la cultura de los colonos, como el
cristianismo, como elemento principal, como mito de origen y marco ético y
moral, inclusive jurídico para la vida de la gente, otro elemento fundamental
de esta cultura es la propiedad privada.
Con la llegada del Estado Burgués,
Colombia dejaba la propiedad privada como uno de los derechos fundamentales de
los ciudadanos, pero claro, solo era papel, les digo, que hasta hoy el problema
de la tierra y la propiedad en Colombia no se ha definido y solo unas pocas
familias tienen en su propiedad gran parte del territorio colombiano, también
incluyendo a las multinacionales que tienen concesionadas para la minería zonas
por más de 40 años ¿y el resto de los propietarios? Son muy pocos los que han
logrado algunas pocas hectáreas, una casa o un apartamento en la ciudad.
Los campesinos y las campesinas
han sido los protagonistas de la cruenta batalla por la tierra, por más de 500
años, como clase emergente que sustenta el modelo de vida capitalista todos los
días con la agricultura y la ganadería, sin duda no han llevado la mejor parte
en esta historia.
Problemáticas y un gran proyecto retrogrado del falso progreso en el
Tunjuelo
Para nuestro tiempo cercano el Tunjuelo se conectó con Santa fe, convirtiéndose en esta poderosa Bogotá, este Tunjuelo sería el sur geográfico y político de Bogotá, su gran río empezó brindando agua a muchos Bogotanos, pero finalmente una serie de factores estructurales, de falta de planeación y de un gran “me importa un culo el río” dejaron al Tunjuelo como uno de los ríos más contaminados, con la gran mayoría de desplazados del país viviendo en sus montañas y con la amenaza latente de destruir el poco verde que nos queda a nosotros, los del sur.
Nombraré de manera muy sencilla
estas problemáticas, pues ya, en otros de mis escritos, han tenido gran
atención.
En primer lugar tenemos el páramo
más grande del mundo, donde nace el agua, como corredor para entrar a la ciudad,
ha sido campo de muerte y guerra por el control territorial desde que la gente
lo habita, actualmente es amenazado por el control del agua por parte de
empresas multinacionales y por la arremetida contra su diversidad, presa para
convertirse en mercancía de los grandes imperios, quieren patentar todo.
Tenemos un gran basurero en
Mochuelo alto, localidad de Ciudad Bolívar, imaginen ustedes que todos los días
se levanten, abran la puerta y en cambio de la suave brisa de la naturaleza reciban
el nauseabundo olor de la basura, pues así viven todos los días entre moscas y
ratas los y las campesinos y campesinas en
Mochuelos. Además de eso, los lixiviados de este gran basurero se filtran al
río y a las aguas subterráneas siendo peligrosamente contaminadas.
Tenemos minería de gravillas,
arcillas y arenas, creo que este es el motivo por el cual, más gente migró a la
cuenca baja del Tunjuelo, que por otros motivos, en el comienzo de su gran
poblamiento, se convirtió en un gran problema, pues el río y la cuenca, se establecieron
como la gran mina para la expansión de la ciudad cerca y sin tanto costo de
transporte. Sin embargo, la biodiversidad y los grandes agujeros en la tierra
¿Quién los recupera? ¿Cemex, Holcim o el Vaticano?
Curtiembres, frigoríficos, fábricas
de multinacionales, viviendas etc. Todo un conjunto de agentes contaminantes
que hicieron de una cultura, de un gran río, de un pensamiento, un basurero,
una mina y el hábitat de nosotros, quienes llegamos y nacimos en este Tunjuelo.
Pero no es lo único, “PRESUNTAMENTE”
y lo escribo así en comillas porque no tengo pruebas, pero en mayúscula porque
es muy importante, quieren ellos (las fuerzas oscuras que mueven los hilos del
poder) seguir colonizando, seguir saqueando y seguir destruyendo nuestro
territorio.
Quieren apoderarse de las Aguas del Sumapaz y de la biodiversidad de nuestro ecosistema, quieren acabar lo poco de verde y campo que nos queda en Usme y Ciudad Bolívar para construir un océano de viviendas de interés social, construir un centro de acopio y un centro arqueológico (para que pensemos que ellos cuidan la cultura), desviar el Tunjuelo y canalizarlo, quitarnos la cultura e identidad que nos proporciona ese gigante y poderoso río Tunjuelo.
¿Y los campesinos en el Tunjuelo?
La frase correcta que definiría la situación de nuestros campesinos es “son una especie en vía de extinción” como se nombró anteriormente, las pretensiones son absolutas, para Sumapaz el control del páramo, para Ciudad Bolívar la expansión del basurero y más proyectos mineros, para Usme las casas de “desinterés” social, y otros proyectos, en Bosa donde aún existe zona rural, también el futuro será la expansión urbana.
Estas pretensiones son alimentadas
por nuestro desinterés como bogotanos y bogotanas, por varias razones, por
todos los días echarle basura a los Mochuelos, donde aun pareciendo increíble
vive gente, por comprar aunque parezca más barato en los grandes supermercados
y olvidar las plazas de mercado y nuestro ancestral trueque. Además de los TLC
han incrementado esto al traer mercancía extranjera a precios irrisorios, que
quiebran la economía de los campesinos y campesinas, pues sembrar para vender
sale muy caro teniendo pocas ganancias y en muchas ocasiones perdidas de la
inversión hecha.
Pero también la situación se
agrava por el desconocimiento y la falta de conciencia con la que muchos
campesinos y campesinas viven y enfrentan la realidad, siendo una especulación mía, por la cultura
colona con la que crecieron, por ejemplo la problemática situación de la propiedad
privada hace que la gente solo defienda su pedacito de tierra y no piense en
colectivo, por un bien común, existiendo desinterés por el otro, negociando
fácilmente por el bien propio y no por lo colectivo.
Hace 50 años o más que llegaron
los agroquímicos al país, son utilizados
de manera expansiva en los cultivos. Estos por sus compuestos químicos son
altamente tóxicos para todos los seres vivos incluyendo insectos, aves,
mamíferos anfibios, etc y humanos. En un proyecto ambiental de los niños del
colegio Pio X en Chipaque que asesoré el pasado año, se evidenciaba como sus
padres hacían los surcos para la papa con glifosato, además de encontrar toda
una variedad de plaguicidas y fertilizantes que se convierten en un coctel
toxico para la vida.
Sembrar una sola cosa, ya sea
papa, haba, frijol, o lo que sea, trae consigo el crecimiento exponencial del “bicho” o “plaga” que se alimenta de ella, rompiendo
así la armonía que da la diversidad de plantas que ayudan a regularse a sí
mismas y con los demás organismos en los ecosistemas.
Pero de quién es la culpa, sino
de la misma academia e institucionalidad que favoreciendo los intereses de las
multinacionales, les prometieron a los campesinos y campesinas las “bondades” y
“beneficios” de estos productos en su actividad agrícola. A simple vista
parecería más rentable.
Sin embargo, esto queda desdibujado cuando las tierras
quedan destruidas, las mal llamadas plagas se vuelven resistentes y tienen que
intensificar la dosis y en fin, es una actividad de muerte segura para la vida, la tierra y para el bolsillo del
agricultor o agricultora.
También está el problema del
monopolio de las semillas, que trae una larga problemática que no nombraré en
este momento pero que sin duda es problema de la humanidad entera, pues se
trata del monopolio de nuestro propio alimento y de la biodiversidad en el
planeta.
Finalmente se evidencia en
lugares como Usme, que la gente ya no quiere sembrar por los altos costos y han dedicado
sus actividades económicas a la ganadería y sus derivados, esto trae muchas
problemáticas, pero solo me concentraré en una: en el espacio que necesita el
ganado para vivir. Es bastante el espacio que utilizan estos animales comparado
con el que una comunidad organizada podría utilizar para la siembra de diversas
plantas que supla las necesidades alimenticias de su comunidad.
A estas problemáticas de
campesinos y campesinas en el Tunjuelo se suma la tristeza, dolor, rencor,
envidia y miedo con la que muchos de ellos y ellas afrontan la vida. Sin esperanza
todo está perdido.
Qué podemos hacer ¡claro! Si nos interesa
Podemos reconocernos, como hermanos de este territorio Tunjuelo, perteneciente al gran territorio Muisca, tenemos que adentrarnos en ese gran proyecto de investigación que significa conocerse a sí mismo como parte de ese todo natural que nos compone, así descubrir la importancia de ese hayuelo, de los curubos, del tijiki, y de todas las plantas de nuestro territorio, no permitamos una “primavera silenciosa” aquí en nuestro Tunjuelo, un éxodo masivo de campesinos y campesinas desesperanzados migrando a la ciudad con las miserias por el pago de su tierra, ¿Dónde más van a comprar?
No permitamos que canalicen más
nuestra sangre, nuestros ríos y quebradas, nuestras aguas son nuestros reflejos,
dejarlos a la deriva es perdernos consigo.
Cambiemos nuestras formas de
vivir, dependientes a este modelo destructivo, no importa si es despacio, pero
que sea constante, poco a poco, ojalá dejando de tirar basura allá, hagamos
realidad ese tan nombrado programa basura cero, de manera certera, con
alternativas reales para que en mochuelo se despierten viendo su territorio y
no un basurero pútrido.
Somos en esencia esa cultura
Muisca que tenemos en nuestra sangre mezclada con español, saquemos esa esencia
y que renazca la armonía en los corazones de la gente, quitémonos ese odio,
dolor, envidia y miedo con el que vivimos, para que nuestras gentes se lo
quiten, ayudemos a sanar más de 500 años de dolor y despojo.
Conectemos nuestras fibras de
citadinos del sur con nuestros sembradores de Usme, Ciudad Bolívar y Sumapaz,
un solo movimiento de gente consiente que siembra sus propios alimentos, que
truekea en vez de comprarlo todo, que se solidariza y que de manera sincera le
importa el otro, tenemos que entender que somos un solo territorio, dejemos la
falsa ilusión de la localidad y “ándate a caminar por los rincones de lo que te
pertenece y que no conoces”
Es un llamado a todo el mundo consiente,
que crea que puede aportar, es hora de sembrar, de no dejar expandir la ciudad
más, es hora de defender nuestro páramo y nuestros ríos, es hora de salir de la
burbuja y mirar el mundo, de reconocer nuestros pasos hacia atrás y hacia
adelante, entre más seamos más podremos, aunque tantos no quieran.
León